Valentín llegó a nuestra Hermandad de la mano de un grupo de hermanos que supieron enseñarle bien la devoción que profesamos a la Virgen del Carmen.
Madrileño de nacimiento y sevillano de adopción, supo adentrarse en la ciudad a la que llegó cuando tenía 24 años por motivos profesionales hasta hacerla suya. Por eso hoy, tantos lloran.
Se enamoró -como lo hacemos sin remedio- de la Virgen del Carmen, demostró públicamente su devoción y, cerca de ella, en nuestras oraciones, ha pasado los últimos meses de su vida. Una llamada, un WhatsApp, un tuit o una estampita que viajaba, a través de algún compañero, hasta las manos de Valentín.
Fue diagnosticado de cáncer en enero de 2018, año en el que nuestra Corporación le dedicó buena parte de una Estación de Penitencia que él vivió, como siempre, pegado a la radio en las retransmisiones de El Llamador de Canal Sur Radio, programa para el que también colaboraba.
Este año, la Hermandad decidió fundir un cirio bajo su ya eterno lema #yomecuro en un gesto de esperanza, fuerza y apoyo a todos aquellos que luchan contra esta terrible enfermedad. Decía agradecido, que para él era un gran honor que ese lema fuese tan cerca de la Virgen alumbrando la esperanza de muchos corazones.
Valentín abanderó una idea que caló en el seno de la Sevilla cofrade y muy especialmente en el de nuestra Hermandad pero también en muchos hogares de España, donde muchos enfermos asumen de otra manera su enfermedad gracias a su modo de afrontarla; un legado que hoy, querido hermano, nos dejas para siempre.
Ahora, seis meses después del último Miércoles Santo, cuando Valentín vistió el hábito carmelita junto a sus amigos y hermanos, ha mirado de frente a los ojos de la Virgen del Carmen encontrando el consuelo eterno en su escapulario.
Descansa en paz, hermano.